
en algún espacio desvanecido,
en alguna temporalidad perdida.
Esa noche te la dedicaría.
Abandonaría cualquier formalidad.
Alguna tarde de invierno,
con una lluvia vehemente,
con paraguas sobrevolando las calles.
Me uniría a la imposibilidad de lo deseable,
y a la posibilidad de lo imaginable.
El miedo estará de luto,
cobijado bajo un cúmulo de sábanas.
No habrá malestar.
Tampoco lágrimas nocturnas.
Tan sólo abrazos simulando el amor eterno.