Thursday, June 07, 2007

Entrelíneas

Escribí decenas de cartas. La primera fue al cabo del primer mes, o sea en julio, pleno invierno. Época de CBC, de bufanda, guantes y hacha. Y después, ya no tengo tan claro con qué frecuencia seguí escribiendo. (O mejor dicho: con qué frecuencia seguimos escribiendo. Porque vos también me regalaste decenas de cartas, ensayos, poemas y prosas).

También nos regalamos muchos libros. Ropa, muy poca. No es lo nuestro. Los libros recorren los veranos. Las lecturas de cada viaje marcan estados. Un verano, volviendo del sur, leía en el micro “Las palabras y las cosas”, pero en cambio este enero me fui con “La peste”, y el año pasado con Victoria Ocampo. Y vos te llevaste Artaud, y otros autores.

Es difícil no repetirse a uno mismo, copiarse las palabras y volver a decirlas como si fuese la primera vez. Pero hay frases que uno diría toda la vida. O palabras que uno siempre quisiera escuchar. Pero está bien que haya ruptura, crisis e incertidumbre. Sentir que todo se cae, y que nada racional puede sostenerlo.


Emocionarse, sentir las lágrimas a punto de estallar, reírse a más no poder, tirarse en la cama, abrazarse y mirar en los ojos del otro la propia mirada. Caminar por alguna glorieta, perdidos en algún pasaje de la rivera, y sacar fotos como si estuviéramos en París, como si el tiempo nos hubiese llevado a otra década, en polaroids blanco y negro.

Todo eso.


Y más. Mucho más.

2 comments:

Anonymous said...

Me repito a mí mismo todos los días, todo el tiempo. No puedo salir de mí.

maría said...

Quizás no se trate de salir, sino de permanecer.