En alguna calle parisina,
en algún espacio desvanecido,
en alguna temporalidad perdida.
Esa noche te la dedicaría.
Abandonaría cualquier formalidad.
Alguna tarde de invierno,
con una lluvia vehemente,
con paraguas sobrevolando las calles.
Me uniría a la imposibilidad de lo deseable,
y a la posibilidad de lo imaginable.
El miedo estará de luto,
cobijado bajo un cúmulo de sábanas.
No habrá malestar.
Tampoco lágrimas nocturnas.
Tan sólo abrazos simulando el amor eterno.
Saturday, December 23, 2006
Thursday, October 26, 2006
La mucama de Borges
Una luz tenue se colaba por el pasillo angosto, que comunicaba a la cocina. De lejos, se oía el silbido de la cafetera, y , lentamente, los pasos de la mujer se hacían presentes en la sala principal del departamento. Recostado en su sillón de terciopelo verde, Jorge aguardaba impaciente su taza de café. Junto al gran ventanal, se encontraba Maurice Abramowicz, un intelectual amigo que estaba de paseo por la Argentina. “Se siente extraño no usar piloto ni paraguas”, dijo Maurice. “Más extraño aún me resultan mi sueños constantes. Confundo Buenos Aires con cualquier ciudad europea”, replicó Borges.
Luego de que Sandra, la empleada doméstica, se retirara con la bandeja vacía, Maurice no puedo menos que contener su risa. “Mujeres de este tipo difícilmente las encuentres allá. Sólo podría imaginarla en un cuento de Charles Dickens, como uno de esos personajes encadenados a las humeantes fábricas de Manchester”, dijo Maurice. De pronto, el silencio irrumpió en el living. “Los hombres son mortales; no lo olvides”, le respondió Borges.
Para la llegada del invierno, Marurice Abramowicz ya había partido hacia la capital francesa. Una mañana, recibió inesperadamente, una carta de su amigo, que comenzaba con la siguiente leyenda: “Los hombres son mortales, y es condición propia cometer pecados. ¿Por qué ella habría de escapar a la regla?”.
Borges cierra su carta diciendo: “Créeme amigo, que me has ayudado enormemente a ver con tus ojos. Ya he puesto un aviso en el diario La Nación, solicitando una nueva muchacha”.
Luego de que Sandra, la empleada doméstica, se retirara con la bandeja vacía, Maurice no puedo menos que contener su risa. “Mujeres de este tipo difícilmente las encuentres allá. Sólo podría imaginarla en un cuento de Charles Dickens, como uno de esos personajes encadenados a las humeantes fábricas de Manchester”, dijo Maurice. De pronto, el silencio irrumpió en el living. “Los hombres son mortales; no lo olvides”, le respondió Borges.
Para la llegada del invierno, Marurice Abramowicz ya había partido hacia la capital francesa. Una mañana, recibió inesperadamente, una carta de su amigo, que comenzaba con la siguiente leyenda: “Los hombres son mortales, y es condición propia cometer pecados. ¿Por qué ella habría de escapar a la regla?”.
Borges cierra su carta diciendo: “Créeme amigo, que me has ayudado enormemente a ver con tus ojos. Ya he puesto un aviso en el diario La Nación, solicitando una nueva muchacha”.
Wednesday, October 18, 2006
Traslaciones involuntarias
C.F. respondió vengativamente con el doble de la cantidad de metáforas que había originalmente en el artículo.
- ¿Por qué debería atarme a la lengua unidimensional, homogénea y lineal? - pensó C.F.
C.F. soñaba con paraísos lingüísticos extasiados de fiestas orgiásticas, repletas de exceso. Las palabras, para él, debían entregarse al pleno juego de los anagramas. Entre morfemas y fonemas, C. F. vivía. En el sur, en alguna casa desaliñada con altillo, se disponía a redactar una serie de artículos y ensayos.
El edén se quebró con la llegada de una carta proveniente de la UNESCO, en la cual se rogaba al escritor que redujera el uso de metáforas en sus textos.
-¿Por qué razón?- preguntó C.F.
La contestación del señor “U” fue contundente: “Las máquinas traductoras caen en constantes errores, debido a que traducen el significado literal, desvirtuando por completo la semántica narrativa”.
Programa para NO escuchar
“No lo escuché. Fue extraordinario.” “No escuchamos nada por estos lados tampoco, un verdadero éxito.” Éstos son algunos de los comentarios que circulan en uno de los blogs patafísicos- www.patafisicamente.blogspot.com-, bajo seudónimos cargados de incógnitas. Eva G. , recuerda que el pasado domingo tres de septiembre se levantó con una sensación extraña, sabiendo que ese día algo insólito sucedería. Como todas las mañanas dominicales, se dedicó a sumergir su mirada inquieta en las líneas de los diarios matutinos. Casi sistemáticamente, siempre comenzaba su lectura por la sección del horóscopo, y de allí su camino variaba dependiendo de su estado de ánimo. A las nueve, el chico de la panadería golpearía la puerta para entregarle el pan recién horneado; a las 9 y media, el gato negro se posaría en el marco de la ventana; y a las diez, su vecina tocaría el timbre simplemente para saludarla. Pero esa inquebrantable rutina fue afectada, fortuitamente, cuando casi por casualidad, en una de las páginas del diario leyó un aviso que anunciaba “Un programa radial para NO dejar de NO escuchar”. Su cuerpo se estremeció y sus ojos rasgados se abrieron sin ningún pudor. Primero, pensó en llamar por teléfono a sus amigos más íntimos, familiares y compañeros de trabajo, para contarles lo que acababa de leer. Pero luego, comprendió que lo mejor era que nadie supiera de tal increíble experimento. Ella deseaba ser una de las pocas personas selectas que iban a participar de la singular experiencia de no escuchar. Ese día, Eva G. prefirió no almorzar, y durante toda la tarde se dedicó a esperar la hora de la no transmisión. Cuando faltaban diez minutos para las ocho de la noche, la oscuridad ya casi era total. Eva G. apagó todas las luces de su modesta casa, y encendió unas velas de color verde, ubicadas de modo circular sobre la mesa de madera ubicada en el living. La aguja del reloj se clavó en el número ocho, y Eva G. permaneció durante una hora, sentada frente a su vieja radio portátil. “Me sentí inmensamente feliz, al saber que era una de las pocas oyentes patafísicas que estaban allí, preparadas para no escuchar el programa. Esa noche casi no pude dormir, fue como estar en un estado de permanente somnolencia”, afirmó la mujer.
Lucio Arrillaga, Ignatz B.y Max Tuja - todos miembros activos de la ´Patafísica – fueron los encargados de la preparación de la no-edición de Éternidad Patafísica, un programa que no fue emitido en el día de la fecha. Desde sus casas, departamentos, pisos horizontales, monoambientes, en la ciudad, en el campo, en algún lugar del mundo, los radioescuchas adhirieron a la propuesta de los patafísicos, y decidieron sentarse junto a sus transmisores para rebelarse contra la práctica habitual de la escucha radiofónica.
Ingeniosamente planeado, estos tres hombres se encargaron de la producción del primer programa de radio no escuchado absolutamente por nadie en todo el planeta. El gigantesco índice de no-radioescuchas señaló un récord insuperable que será propuesto -según los patafísicos- para ser inscripto en los Anales de la Historia Contemporánea.
Thursday, September 07, 2006
Continuidad de las palabras
Ser irrefrenable que atrás no elige quedarse. Sus cenizas vuelan en ciénagas noches, hiperbólicamente.
Si despertaras, podrías escuchar tu música, la nuestra.
Ser irrefrenable, plaga maldita...
A pesar del azul del cielo, tormentas de verano se esconden tras los cerros nevados. La helada sobre cuerpos inertes lastima el alma. Hacen falta abrazos cálidos que se enrosquen en lánguidos estuarios.
El lago nos mira, te mira. La luna está en tu frente, en tus cejas, en tu iris.
Si despertaras, podrías escuchar tu música, la nuestra.
Ser irrefrenable, plaga maldita...
Te veo llorar y me pongo yerma, tierra infértil, seca.
Que lo bello se perpetúe.
Que lo bello se perpetúe.
Que el mal presagio sólo sea un naufragio.
Mis ojos permanecen cerrados.
No es menester la vista para despejar remordimientos.
La memoria se ha fraguado. Apenas recuerdo la última palabra y eso me basta para continuar.
Y sigo,
continúo,
avanzo,
adelante,
sigo...
continúo,
avanzo,
adelante,
sigo...
Poesía publicada en "El decir textual", tomo 3. Editorial de los Cuatro Vientos. Abril, 2007. (En la Feria del libro: pabellón azul, stand 305)
Friday, July 21, 2006
Sensaciones
Wednesday, February 01, 2006
Anagrama del sentir
La lengua se ha prolongado, como nunca.
Fuego emerge de sus poros.
Los ojos salen de cauce
y se extienden hasta la punta de la nariz.
Las extremidades se asemejan
a muñecos de plastilina húmeda,
maleables como el vidrio caliente.
Sus palabras rompen como largos ecos
contra los muros de un jardín chino.
La rítmica se ha extraviado por completo.
Las vocales se han desvanecido
y su habla es como sacada del arameo.
¿Quién lo entendería?
El tiempo se confunde en el espacio,
y allí están, dando vueltas por el éter,
huérfanos de todo y de nada.
Poesía publicada en "El decir textual", tomo 3. Editorial de los Cuatro Vientos. Abril, 2007. (En la Feria del libro: pabellón azul, stand 305).
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